LA PEREZA
por RICARDO ZANDRINO
Que no se piense que esta propuesta en la que se enfatizan los inconvenientes que plantea la pereza, es una apología del activismo. Por el contrario, considero que la actividd frenética y desenfrenada es un verdadero cáncer el espíritu
«La pasión y no la apatía es el estado normal del hombre. Sólo son creadores los grandes apasionados. Sólo ellos son capaces de grandes conquistas, comenzando por la conquista preliminar de un carácter personal aquilatado.» Juan A. Mackay
LA VIDA ES DIFICULTOSA
¿Por qué todo esto me tiene que suceder justo a mí?
El psiquiatra Scott Peck comienza su libro «La nueva psicología del amor» con una frase simple y contundente: «La vida es dificultosa», luego de un punto y aparte agrega: «Esta es una gran verdad, una de las más grandes (la primera de las «cuatro nobles verdades» que enseñó Buda fue «La vida es sufrimiento»). Es una gran verdad porque una vez que la comprendemos realmente, la trascendemos. Una vez que lo hemos aceptado así, la vida ya no nos resulta dificultosa. Porque cuando se aceptó aquella verdad, el hecho de que la vida sea dificultosa ya no importa».
Luego el autor propone la disciplina como un modo de superar las dificultades, y plantea un extraordinario inconveniente para alcanzar la madurez, la salud y la felicidad: la pereza. A ella la define como el principal enemigo que invariablemente se presenta como un estorbo cuando quiere ayudar a crecer a un paciente.
Tomemos el caso de una persona que siente hacia sí mismo y ante los demás, la imagen de persona «fracasada». Por razones familiares ha debido abandonar los estudios terciarios, y no encuentra trabajo. La gente comienza a hacer comentarios sobre él con cierto tono fatalista, y él mismo los cree. Sin embargo es una persona capaz e inteligente, pero no puede romper con los prejuicios de la gente y los suyos propios, y entonces continúa una vida gris y frustrada. La pereza le impide romper el cerco. Desde entonces para él, la culpa de lo que le sucede siempre la tendrán los demás, las circunstancias o el destino.
Veamos el caso de otra persona que ha desarrollado dependencia hacia algún familiar cercano, y no se ha planteado la necesidad (que implicaría responsabilidad y coraje) de independizarse y encontrar su propio camino. Luego, cuando falta la persona de la que depende, cae en un pozo depresivo que no se puede explicar. En realidad una de las causas que generó ese estado de cosas fue la pereza.
Alguien quizás podrá decir: «suerte que no tengo problemas de pereza, yo soy muy trabajador», y sin saberlo (o quizás sabiéndolo muy íntimamente y no queriendo reconocerlo), esconde detrás de su activismo una gran pereza que le impide imaginar la vida de un modo diferente y concretar viejas aspiraciones y sueños personales. Se ocupa tanto en su trabajo, que no tiene tiempo para pensar, pero cuando llega la noche y se encuentra a solas consigo mismo, no puede conciliar el sueño porque le asaltan dudas sobre el sentido de su vida.
El parámetro para evaluar la pereza (que todos padecemos en mayor o menor grado) tiene que ver con la capacidad de enfrentar el ser interior y poner en marcha las iniciativas que conducirán al crecimiento y a la madurez como seres libres e independientes, y capacitados para disfrutar de la vida y de los afectos. De modo que cuando me refiera a la pereza en este escrito, no lo haré con un sentido de sensura moral, sino de una pérdida de oportunidades frente a la vida, a un empobrecimiento de las posibilidades personales.
Volvamos a Scott Peck quien agrega más adelante en su libro: «Como tratamos el tema del crecimiento espiritual, inevitablemente debemos también ocuparnos de la otra cara de la misma moneda: los obstáculos que se oponen al crecimiento espiritual. En definitiva, hay un solo obstáculo que es la pereza. Si vencemos la pereza, todos los otros impedimentos quedarán superados». Y luego concluye: «La pereza es lo opuesto al amor. El crecimiento espiritual supone esfuerzo».
LA PEREZA Y EL ABURRIMIENTO
Siempre recuerdo una adivinanza que les hacía a mis hijos: «¿Cuál es el animal al que debemos divertir para que no cambie de sexo?», la respuesta era «El burro, para que no se aburra». Pues resultó que el chiste tenía algo de cierto; hace poco leí que «aburrir» proviene del latín «horrere», erizarse, y se supone que a su vez deriva de «burra», pelo grueso, erizarse los pelos. En medio de tantos significados etimológicos, podemos concluir en que el aburrimiento es un horror que se produce por un deseo no satisfecho, un desagrado que nos eriza la piel por la insatisfacción. Pero vayamos por parte.
En el siglo IV, San Jerónimo (347-420) se propuso hacer una lista con los pecados capitales, que para él tenía el sentido de ser la antítesis de las virtudes cardinales.
Originalmente elaboró ocho, pero luego los redujo a siete (quizás para contenerlos en ese número tan cargado de significado). Ellos son: orgullo, avaricia, ira, gula, lujuria, y los restantes variaban entre vanagloria, envidia y finalmente otros dos emparentados entre sí: la pereza y la melancolía.
¿Por qué están emparentados? Pues porque la pereza lleva al aburrimiento, y el aburrimiento a la melancolía, y esta al inmovilismo, el que a su vez cierra el círculo con mayor pereza. Todo lo cual se podría ubicar bajo la definición abarcativa de falta de entusiasmo y de sentido para vivir la vida.
Quien tiene interés en el vivir, se siente entusiasmado con proyectos y sueños, elabora ideas, imágenes que luego quiere plasmar en la realidad. No tiene tiempo de aburrirse porque él mismo genera su propio entretenimiento, crea ilusiones y mundos nuevos, es curioso, tiene capacidad de sorprenderse, y esto hace que su trabajo, más allá de los inconvenientes propios de cada tarea, le resulta agradable… casi un juego.
Hace unos días leí un interesante artículo de Rafael Squirru sobre este tema, en el que finalmente propone la solución al problema, en «…encontrar nuestra tarea, por más modesta que sea o que parezca, que nos permita salir del fatal punto de partida, no como algo que se empieza y que se deja, sino como algo que se continúa, cualquiera que sea la modestia de nuestro ritmo de avance.»
LA PEREZA: MADRE DE ADICCIONES
Vivimos en una cultura que enfatiza el placer y niega el sufrimiento y la muerte. Basta mirar un noticiero de televisión para notar el tremendo contraste entre las noticias que muestran un mundo cruel de guerras, hambre, entenados políticos. Pero de pronto se interrumpe el programa para dar lugar a los avisos publicitarios. Como por arte de magia la vida parece fácil, se exalta la juventud, el dinamismo y la belleza. Todos rien, viajan a lugares exóticos con sólo mostrar una tarjeta de crédito, o se rodean de amigos por el mero hecho de encender un determinado cigarrillo.
Se pasa del extremo de mostrar una realidad que sólo enfatiza el lado oscuro (en el noticiero), al otro extremo de un mundo fantástico donde el dolor no existe (en las propagandas). ¿Y en el medio qué? En el medio estamos todos nosotros, seres de carne y hueso inmersos en nuestra vida cotidiana. Personas expuestas al peligro de que la pereza nos lleve a dejar de pensar con un espíritu crítico lo que estamos recibiendo por ese medio de comunicación, propensos a caer en la depresión y el descreimiento que nos plantea el noticiero, o en la negación maníaca del mundo maravilloso que nos presentan los anuncios publicitarios. Ambas realidades mentirosas y deshumanizantes que pueden llevarnos a la catástrofe personal.
Y ya que tomamos la televisión en la consideración anterior, vamos a seguir analizándola como un medio de comunicación que ya está incorporado al hogar moderno, de modo que no trataremos aquí de hacer ni un ataque ni una defensa, sino un análisis del fenómeno social, familiar e individual que plantea.
Personalmente disfruto mirando determinados programas, o descanso con una película entretenida, o paso un momento agradable con mi familia compartiendo un programa divertido. Pero ¿qué sucede si comienzo a mirar televisión sin ningún criterio sobre la ocasión, los programas, o el tiempo que invierto? O cuando uno comienza a dejar de hacer otras actividades enriquecedoras, como por ejemplo leer, hacer deportes, visitar amigos, o incluso, y mucho más elemental, cumplir con el trabajo Es en ese momento cuando nos volvemos adictos a la televisión. Y toda adicción en última instancia es causada por la pereza.
El problema serio de la televisión es que nos envía imágenes ya elaboradas; la persona que las recibe no ejercita la imaginación. Con el acostumbramiento y el paso del tiempo, de a poco vamos desentendiéndonos de crear nuestras propias imágenes y fantasías. Es diferente lo que ocurre con la literatura, por ejemplo, en la que a medida que uno va leyendo una novela o un cuento, va creando los ambientes y los personajes que aparecen allí descriptos.
Algo similar a lo de la televisión, ocurre con la drogadicción, aunque con otras connotaciones más graves. Aquí las imágenes alucinadas que produce la droga no son producto de la propia creatividad, sino de la distorsión de las percepciones. Pero la drogadicción tiene además de esta característica que la vincula con la pereza, otra mucho más grave: la evasión de la realidad y la negación del esfuerzo por la búsqueda de sentido para la vida. Quizás la drogadicción sea uno de los grandes síntomas modernos de la pereza y el aburrimiento.
También encontramos pereza en el pensamiento de un dogmático que no quiere abrirse a ideas nuevas, en un prejuicioso que tiene más soluciones que preguntas, en un machista que teme probar su valor como persona sin ejercer la prepotencia, en un agnóstico que no quiere escuchar la voz de su ser interior que calladamente le anuncia la existencia de Dios, y en un religioso nominal que sólo guarda las formas y abandona la búsqueda de las esencias, también se torna perezoso el rico que por confiar en sus riquezas deja de creer en sí mismo, y encontramos pereza en la fama, cuando alguien queda encasillado en un personaje y no puede romper el molde.
EN EL MUNDO TENDRAN AFLICCION
Jesús abrió el camino al Padre para que pudiéramos ser salvos por su gracia; él pagó el precio. Sin embargo la senda que iniciamos luego del nuevo nacimiento requiere esfuerzo.
Jesús les dijo a quienes querían seguirlo: «El que no toma su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo» (Lc.14:27). Son palabras duras, porque nosotros sabemos lo que significó la cruz para Jesús luego de pronunciar estas palabras. Lo que él quiso decir es que debemos asumir nuestras dificultades con madurez, no responsabilizando a otros por nuestras culpas, no autocompadeciéndonos de las pruebas que nos toquen, o de las situaciones en las que debamos servir.
En otro momento Jesús dijo: «En el mundo ustedes tendrán que sufrir, pero tengan valor, pues yo he vencido al mundo» (Jn. 16:33). No podemos evitar los conflictos propios de la vida. Jesús se ofrece como modelo a seguir, un modelo probadamente eficaz porque él ya pasó la prueba. Por eso nos estimula diciendo «tengan valor» porque él va a estar a nuestro lado compartiendo el esfuerzo.
Propongo cinco aspectos que hacen al crecimiento espiritual que desean alcanzar quienes son parte del Reino de Dios. Un crecimiento que, como venimos diciendo, debe estar desprovisto de pereza. Ellos son: coraje, creatividad, búsqueda interior, actitud crítica, y descanso.
CORAJE
Recién mencionamos las palabras de Jesús a sus discípulos: «en el mundo tendrán que sufrir», y como dijimos al comienzo, la vida es dificultosa y no podemos evadir esa realidad. Si así lo hiciéramos el sufrimiento sería aún mayor.
El creyente, lejos de eludir este principio general, tiene un sufrimiento adicional: el de soportar la tensión de estar en este mundo (y no sólo un «estar» pasivo sino consustanciados y comprometidos), y simultáneamente pertenecer a otro mundo (en el que vamos creciendo según los principios del Reino de Dios). Al respecto Jesús dijo: «Si ustedes fueran del mundo, la gente del mundo les amaría como ama a los suyos. Pero los escogí a ustedes de entre los del mundo, y por eso el mundo les odia, porque ya no son del mundo» (Jn. 15:19).
Se necesita entonces, coraje para vivir la vida sabiendo aceptar las dificultades con entereza, …aún con alegría, y transformando las sucesivas crisis en circunstancias para crecer (sabemos que detrás de la dificultad se esconde la oportunidad).
El apóstol Pablo que sufrió el cepo y la cárcel cantando, nos estimula reiteradamente a tomar el ejemplo de Jesús y soportar el sufrimiento para crecer.
Otro aspecto del coraje es atrevernos a vivir una vida de fe. Jesús le dijo a Marta frente a la tumba de Lázaro: «¿No te dije que si crees, vas a ver la gloria de Dios?» (Jn.ll). Creer para comenzar a ver, he ahí el planteo de la fe. La voz de la pereza nos dice: ver para creer.
¿Seremos capaces de renunciar a un materialismo a ultranza y comenzar a vivir confiando en la providencia de Dios? ¿Seremos valientes para despojarnos de la fortaleza de seguridades de las que nos hemos rodeado y vivir dependiendo del Señor?
Para vivir la fe necesitamos armarnos de coraje.
CREATIVIDAD
Los Salmos son hermosas creaciones poéticas y musicales de un gran compositor que vez tras vez nos dice: «Cantad a Jehová un cántico nuevo» (Sal 96:1 y otros). ¿Cuál es la propuesta del salmista David? Pues que como él seamos verdaderos artistas, creativos, innovadores, para que nuestra alabanza no sea monocorde y aburrida, sino una entusiasta creación que le agrade a Dios y nos entusiasme a nosotros mismos.
Algo similar sostiene Francis Schaeffer en su libro «Arte y Biblia»: «El cristiano debería usar las artes para la gloria de Dios, no simplemente como folletos, no solamente como algo práctico y utilitario en un momento dado, sino cosas bellas que por su misma belleza glorifican a Dios».
Otro aspecto de la creatividad es el uso de la imaginación en los momentos de alabanza o de meditación. En el magnífico libro de Richard Foster «Alabanza a la disciplina», el autor nos dice respecto de esto: «Al mundo interno de la meditación se entra de la manera más fácil, a través de la puerta de la imaginación. En el día de hoy no apreciamos el tremendo poder de esta puerta. La imaginación es más fuerte que el pensamiento conceptual y que la voluntad. En occidente, nuestra tendencia a deificar los méritos del racionalismo (claro que los tiene) ha hecho que pasemos por alto el valor de la imaginación». Mas adelante nos da un ejemplo para implementar en la meditación: «Toma un evento como la resurrección, o una parábola, o unos versículos, o una simple palabra, y permite que se arraigue en ti. Trata de vivir esa experiencia y de aplicar los cinco sentidos a la tarea. Percibe el olor del mar. Oye el vaivén de las aguas en la costa. Ve la multitud. Siente el sol sobre tu cabeza y el hambre en tu estómago. Tómale el sabor a la sal en el aire. Toca el borde del vestido del Señor».
BUSQUEDA INTERIOR
Muchas personas tienen el prejuicio de que quienes están abocados a la búsqueda de su ser interior, son sujetos aislados de la realidad.
Evidentemente hay distorsiones de este tipo, pero la verdadera búsqueda interior tiene mucho que ver con la realidad; ella marca un permanente contrapunto entre lo que ocurre en el mundo que nos circunda, sus necesidades inmediatas e ineludibles, y nuestras aspiraciones y sueños. Nuestro ser interior y la realidad se alimentan mutuamente, pero es el mundo interno quien conduce a la realidad a través de la sabiduría que orienta en medio de la oscuridad. Es en nuestra interioridad donde están las grandes verdades.
El sacerdote argentino Ismael Quiles habla de la autorrealización, un concepto ligado a la búsqueda interior y la conquista de nuestra identidad y nuestra independencia como personas. Este autor define la autorrealización como un «hacerse a sí mismo», y se pregunta: «Cómo puede uno hacerse a sí mismo?», «inevitablemente estará ligado al conocimiento de la verdadera naturaleza del yo», se responde.
El autor propone dos modos de comprender la autorrealización: a través de la realización entendida «como verificación» (postura más ligada a la cultura occidental), es decir descubriendo las potencialidades personales para luego desarrollarlas. Y realización entendida como «hacer real o efectivo algo» (postura de origen oriental), según esta visión la realidad interior ya está desarrollada en el sujeto, pero como escondida en un yo ilusorio, y la tarea consiste en vivir la verdadera realidad conforme a la nueva identidad que se ha descubierto.
Sea el caso que sea, no creceremos como personas integradas a nosotros mismos si no sabemos quiénes somos. Viene a nosotros el antiguo aforismo griego, pilar de toda sabiduría: «conócete a ti mismo».
En el caso de quienes estamos en los caminos del Reino de los Cielos, nuestra búsqueda interior tendrá que ver también con el conocimiento de Jesús, pues es precisamente él quien nos da una nueva y auténtica identidad, que iremos descubriendo en la medida en que nosotros vamos conociendo la suya. Esto lo vemos en el episodio cuando Simón identificó a Jesús como el Mesías, y él le respondió diciéndole que también le revelaría a Simón una nueva identidad y una nueva función: a partir de este momento «…tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia» (Mt. 16:18).
ACTITUD CRITICA
Una de las características del perezoso es que es oveja de la manada. sobre todo en el mundo actual que está bajo grandes presiones ideológicas.
Jesús nos dice que en el mundo debemos ser «mansos como palomas, y astutos como serpientes». ¿Y esto qué quiere decir? Pues que debemos ser buenos, honestos, generosos, pero no por eso dejar de ser precavidos.
Jesús fue ejemplo de quien toma la vida y su misión en ella con una actitud crítica: siempre estuvo evaluando «su hora», confrontándola con la tarea que debía realizar. Vemos que no se apartó de su camino, ni se dejó tentar por los ofrecimientos apresurados de un mesianismo político que se apartaba de los planes de su Padre.
En nuestros días tener una actitud crítica es poner bajo consideración ciertos principios, hábitos y verdades que se dan por aceptados en las mayorías.
A veces la actitud crítica nos hará enfrentar la soledad y el aislamiento, pero no debemos temer estas circunstancias si es que estamos defendiendo una verdad a la que hemos arribado a través de un proceso de honestidad hacia nosotros mismos.
Sin embargo es importante que confirmemos que nuestra postura crítica no es producto de un necio capricho que desestima el sentido común. El gran poeta y ensayista mejicano Octavio Paz nos previene: debemos ser precavidos sabiendo que la actitud crítica nos puede llevar a la ironía, hija del desengaño. El propone entonces, un segundo momento que llama metaironía, la cual va más allá de la ironía y se burla de ella, de ese modo la anula, disuelve la crueldad. Nos dice: «…se debería tener un poco de ironía, frente a sí mismo y frente a los demás; es decir, mostrar cierta desconfianza, saber que uno no es dueño de recetas absolutas, asumir que no hay verdades totales. Enseguida, por el camino de la metaironía, tener compasión, piedad».
DESCANSO
Que no se piense que esta propuesta en la que se enfatizan los inconvenientes que plantea la pereza, es una apología del activismo. Muy por el contrario, considero que la actividad frenética y desenfrenada es un verdadero cáncer del espíritu. El descanso es un aspecto ineludible de todo proceso de crecimiento, y por supuesto, el proceso de madurar como persona y como hijo de Dios no está exento de ello.
En el relato bíblico de la creación, vemos que Dios culmina descansando un día de los siete empleados para realizar su trabajo. Ese día fue para reposar, disfrutar de la contemplación de la obra, y para recordar al dador de toda bendición (incluída la capacidad de crear).
Todo lo vivo tiene un ritmo, como el pulso silencioso de un organismo universal y misterioso. El ser humano también participa como ser biológico y espiritual, de esta sinfonía cósmica de alternar armoniosamente los movimientos contrarios, en la que no está excluida la dinámica trabajo-descanso, creación-recreación, producción-pausa creadora.
Saber descansar es una enorme bendición a la que no pueden acceder ni los perezosos (que no disfrutan del ocio porque en su caso no es el complemento de la actividad) ni los adictos al trabajo (que no pueden parar su desenfrenada marcha), y un arte que consiste en dejar que el tiempo transcurra sin apresuramientos y sin sentimientos de culpa: sentados observando las nubes, charlando con la esposa, jugando con alguno de los hijos, leyendo una novela, caminando por las veredas de la ciudad, tirando bombulas de paraíso en el charco de la esquina, mirando renacuajos a la orilla del río, o… ¿por qué no? observando un buen programa de televisión.
Bibliografía
Mackay Juan A. «El sentido de la vida». Ed. Minerva (Lima, l978).
eck Scott. «La nueva psicología del amor». Ed. Emecé (Buenos Aires, 1986).
«La pereza y el aburrimiento» de Rafael Squirru. Artículo del diario LA NACION. Buenos Aires. Martes 13 de Febrero de l990.
Schaeffer Francis. «Arte y Biblia». Edic. Evangélicas Europeas (Barcelona, 1974).
Foster Richard. «Alabanza a la disciplina». Editorial Betania (Puerto Rico, 1978).
Quiles Ismael. «Filosofía y vida» Ediciones Depalma (Buenos Aires, l983).
«Palabras de Octavio Paz». Diario LA NACION, Buenos Aires. Domingo 31 de Diciembre de l989.
Excelente Artículo; ojalá todos pusiéramos en práctica lo que leemos y estudiamos para mejorar nuestra Espiritualidad, Dios los Bendiga!!!
esta bueno adelante,florentina
Me ha gustado este aticulo, me servira para tomar algunso apuntes a una predica gracias, muchas gracias por compartirlos.
Muchas bendiciones
La paz Del Señor